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 Roma monjas

Algunos datos

Si sobre alguna ciudad se habrá escrito mucho y en muchas lenguas, será sobre Roma. Esta es una versión más, seguramente no será la mejor. Aquellos que, como nosotros, sean poco amigos del turismo organizado, quizá simpaticen mínimamente con este texto. Solo por seguir el método  del sitio digamos: Roma es la capital de Italia. Se ubica en la región del Lacio. Incluye dentro de sus límites al Estado Vaticano. Tiene algo menos de tres millones de habitantes.

Info útil para el viajero

  • El aeropuerto de Roma es conocido como Fiumicino, aunque su verdadero nombre es Leonardo da Vinci. Su código es FCO. Es uno de los aeropuertos más concurridos de Europa. Está a 35 km de Roma. Es el hub de ITA Airways, y de Vueling, la low cost española. Hay cinco terminales. En el aeropuerto hay toda clase de servicios: Info turística, ATMs, shoping, etc. Hay un hotel Hilton en el mismo aeropuerto.
  • Si se ha llegado en avión a Fiumicino, el tren Leonardo Express que sale desde allí mismo, conduce a Roma Términe, la principal estación de trenes de Roma. Si se ha alquilado un auto, una autopista de 6 carriles conduce a Roma.
  • Para quien llega en tren a Roma, las inmediaciones de la estación Roma Términe ofrecen todo lo necesario para alojarse, comer, etc. No se trata del barrio más elegante, pero la enorme cantidad de hoteles permite elegir sin inconvenientes entre los de presupuesto bajo a medio.
  • En Roma Términe hay una agencia de reserva de hoteles: es innecesaria, a lo sumo sirve para orientarse, pero no conviene reservar allí.
  • También en Roma Términe se nos acercará alguna persona ofreciendo alojamiento en los hoteles de la zona. No aceptar: son pescadores de comisión que a lo sumo podrán brindarnos guía hasta el hotel que más conveniente (para ellos).
  • La forma más rápida y económica de moverse en la ciudad es el metro. Ver plano del metro, muy completo. Quien prefiera pasear en tranvía, puede usar el mapa de tranvías.
  • Habiendo tantos monumentos en Roma, no está de más un mapa de monumentos que los muestre en PDF, fácil de imprimir.

Clima, electricidad, moneda e idioma

  • Roma tiene clima mediterráneo, cálido a sofocante en verano y fresco a frío en invierno. En julio la temperatura máxima pude superar los 31°C, siendo la media de 25° C. La lluvia en julio será mínima. En enero la mínima pude ser menor a los 3° C. Ha llegado a un record de -7° C. La lluvia en ese mes no será una molestia, pero en cambio en octubre y noviembre será frecuente. Más datos y gráficos del clima aquí.
  • La electricidad es de 220 V. Los tomas son de dos patas cilíndricas, de norma europea, el tipo F, llamado Schuko. A veces tienen tres orificios en línea, siendo el del medio "tierra" y que no impedirá usar fichas de dos patas cilíndricas. Ver los tipos de tomacorriente.
  • La moneda es el Euro, código EUR símbolo €. Conversión actualizada: EUR to USD
  • El idioma es el italiano. Es fácil encontrar personas que hablen otros idiomas.

Estuvimos en Roma

Roma, 9 de junio 2010– Primeras impresiones Llegamos antes de mediodía a Roma Términe, en el tren de alta velocidad. Veníamos de Firenze, aunque partimosde Montecatini Terme. Allí mismo elegimos un hotel en la agencia de reservas. Acto completamente innecesario, como descubriríamos luego. Pero que resultó en que nos alojáramos en el Hotel Giglio dell´Opera. Razonable, antiguo como la mayoría de los del barrio, a € 85  la doble, con desayuno pobretón. Digo que es innecesario reservar en la agencia que hay en la estación de trenes, porque en la Via Cavour, y sobre todo en las transversales, por ejemplo en la Via Principe Amedeo, a escasas cuadras de la estación, hay infinidad de hoteles de variados precios y calidades. Sólo se necesita recorrer un poco para dar con uno que guste. Almorzamos mal en el restaurante vecino, y nos largamos a recorrer a pié la ciudad eterna. Así le dicen. Pasamos por Santa María Magiore, a dos cuadras de nuestra residencia. Después, sin ninguna idea del rumbo, por la Vía de las Cuatro Fontanas que se continúa en la Via Sistina, llegamos hasta la parte alta de la Plaza España, sin saber dónde estábamos. Preguntamos para enterarnos dónde estábamos. Desandando el camino, encontramos la Fontana de Trevi. De la Fontana sí que no me animo a decir nada. Volvimos al barrio en metro, nuestro primer viaje. Comimos unos buenos panini en la estación Roma Términe, pero con cerveza en lata.

Roma, 10 de de junio de 2010 – Hoy tenemos: Roma Antica - Hoy descendimos nuevamente las laberínticas escaleras (están de reforma) de la estación central. Hay buenos mapas, no hay forma de perderse. En unas pocas estaciones, llegamos a Colosseo. Apenas emergimos de las profundidades, vimos nuestro objetivo, el coliseo romano. Magníficas ruinas, masivas, impactantes. Entrada, euros quince. El recorrido es apasionante, la arquitectura monumental. Otro de esos lugares donde es imposible agregar nada a lo dicho por otros escribas. Dia de sol pleno. A la salida, algo cansados ya, rumbeamos para el Foro.

Con la misma entrada del Coliseo se visita el foro, ni hablar de desperdiciar el importe, por cansados que estuviéramos. Entre templos, la casa de Augusto, los jardines, y el foro propiamente dicho, ni sé muy bien cuál era cual, quedamos completamente destruidos. Me impactó la cantidad de niveles: Cuando uno cree estar a nivel del terreno, descubre que hay tres o cuatro niveles transitables por debajo. Y un par o algo así por encima. Claro que la topografía ayuda, las famosas colinas.

Tal como nos sucedió en la Acrópolis de Atenas, el paseo por el foro me ha permitido imaginar a las gentes de la época paseando por allí. Los emperadores, los senadores, togados, debatiendo importantes cuestiones para la república, o el imperio. Catilina jodiendo con que hay que destruir Cártago, y recordar la famosa frase de Cicerón que es una de las pocas frases en latín que recuerdo: "¿Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?". Si no está bien escrita, no importa, así la recuerdo. Volvimos en el metro, al hotel. Mientras Glo se dormía una siestita, aproveché el “fresco” (unos 30° creo) para llevar nuestra colección de mugre internacional a la lavandería. Por cuarenta pesos argentinos, todo lavado y seco. También en la Via Principe Amedeo. A la vuelta descansé un poco y partimos a recorrer el itinerario 2 de nuestra recién adquirida guia de Roma: Isla Tiberina. Y sí, adquirimos una guía, porque a veces organizar un poco el recorrido es productivo, sobre todo cuando uno no dispone de muchos días.

Había que ver el Tíber, que es uno de esos ríos que uno debe ver, aunque nunca supe bien porqué. Lo vimos, otro gesto turístico cumplido. No cruzamos a la Isla Tiberina, a la que habíamos llegado luego de bordear el Circo Massimo, que es sólo pasto. De alli cruzamos el gheto, donde algunos papas caritativos apilaban a los judíos, que ya se sabe, no merecían otra cosa que unas tierras inundables en aquella época. No se crea que los ghetos los inventó Adolfo Hitler. Llegamos al monumento a Vitorio Emanuelle, sólo porque se vé desde muchos lugares. Medio torta de bodas, o completa torta de bodas, pero imponente. Agotados y sedientos una vez más, y pese a una escala cervecera en el gheto, nos sentamos en un restaurante al costado del foro, a comer y beber otra vez. Yo pedí unos fideos alla carbonara. Estaban buenos, pero nunca como los de Nella, allá en Montecatini Terme. Desde el restaurante, vista al foro. Completamente agotados, la línea B del metro nos dejó en la cama. Bueno, cerca de.

Roma y Pompeya, 11 de junio de 2010, viernes. Hoy visitamos Pompeya, ruinas que tienen su propio artículo, llamado justamente "Pompeya".

 

Roma, 12 de junio de 2010, sábado. Turismo ateo: El Vaticano - El consabido madrugón, un viaje en el metro, ya incorporado a nuestras andanzas, unas pocas cuadras, el infaltable arco, y estamos en la Piazza de San Pietro. Es tal cual se la ve en la tele, cuando el cura sale a hablar bullshit, o sea, pamplinas. Pavadas, en lenguaje llano. Hicimos la cola: mitad de la circunferencia de la plaza. Decidimos visitar la cúpula, quizá por esta vocación adquirida en este viaje: escaladores de escaleras. Y aunque tomamos el ascensor (unos euritos más), a continuación gozamos de los trescientos sesenta escalones que te llevan a la base de la linterna, entre ambas capas de la cúpula. Bonitas vistas, tanto del interior como del exterior. Hecho el recorrido inverso, sobre una terraza donde aparecen varias linternas menores, encontramos el religious-shop. Compramos algún encargo, hay montañas de porquerías para todos los presupuestos cristianos. Gratis, ni agua. Abajo. A caminar por dentro. Enorme es una palabra medio escasa, cuando se la aplica a la basílica. Caminamos un rato, vimos La Pietá atrás de un vidrio y entre las cabezas de los japoneses, hicimos y vimos todo lo que un turista debe hacer alli dentro, y una vez hecho, nos fuimos. Como hizo cierto dios después de hacer el mundo. Se fue. Siguen unos quinientos metros de cola, para entrar a los museos del vaticano. Infernal laberinto donde siguiendo la flecha se atraviesa en completo desorden y con la compañía de una multitud todos estos museos, sin saber muy bien cuál es uno y cuál es otro. Y por el mismo precio la capilla sistina, que se distingue por su sobriedad y simpleza del resto de riquezas y arte acumulado sin ton ni son. Monumento a la avaricia, al poder al egoísmo, a la vanagloria, esto del Vaticano. En resumen monumento a la estupidez humana, aunque sea mostrando la sublimidad del arte humano. El lobo disfrazado de cordero. En algún momento llegamos a otro cristoshop, más grande que los diez anteriores, por lo que supimos que estabamos cerca de la salida. Con lo que atravesamos el último tramo de este sinuoso sistema digestivo y fuimos defecados en la vereda. Mismo tratamiento para ateos y crédulos de todas clases. Depuestos y con dieciocho euros menos. Ah, preguntan si vimos cosas maravillosas. Claro que sí, los ojos agradecidos. Lástima el mar de japoneses haciendo la V delante de la Nikon. Bueno, y algún argentino molestándolos a ellos. Demasiada gente, aún para tanta belleza.

Roma, domingo 13 de junio de 2010 - Hoy salimos algo más tarde, con intención de un paseo relajado, no resultó tan así. Desayuno, metro, estación Circo Massimo. Unas cuadritas y estamos en las termas de Caracalla. Otras ruinas masivas, como el Coliseo, que permiten apreciar aún hoy, muchos siglos después, la magnificencia de la arquitectura de las culturas precristianas. Y lo bien que vivían algunos tipos privilegiados. La siguiente idea del día fue explorar la Via Apia Antica. Después de un breve extravío recuperamos el rumbo. Comenzamos el recorrido, pero poco después decidimos internarnos en el Parque de la Vía Apia Antica. Y no resultó muy interesante, mas bien unos campos medio abandonados, donde apenas despertó nuestra atención el Templo del Dios Rediculo, protector de los viajeros, que no es tal, sino la tumba de una dama antigua. Eso sí, caminamos kilómetros y kilómetros, dentro del parque y fuera, hasta que una estación del metro "A" nos permitió volver al hotel. Nos recuperamos a base de aire acondicionado y cama. A la tarde, el metro, donde ya nos conducimos como verdaderos romanos, nos llevó a Plaza España. Recorrimos un poco, subimos en el ascensor hacia los jardines Borgheses. Agradable paseo dominguero, lo recorrimos casi completamente y por último, aprovechando la pendiente, rumbeamos para Piazza del Popolo. Nos quedamos largo rato contemplando la gente, sentados por allí, a la vera de una fuente. En las proximidades del metro compramos a un africano varias carteras “de marca”. Gloria se encargó de la negociación, que no fue muy interesante, pues nuestro negrito estaba demasiado entregado. Poca emoción. Cena de pastas en nuestro bar y restaurante “Il tavolinetto” donde ya somos clientes, y los mozos ni nos preguntan qué vamos a tomar. Recomendamos este boliche: en la via Farini, a cincuenta metros de la Via Cavour. En la misma manzana está La Gallina Bianca, muy frecuentado. No hemos comido allí.

Roma, lunes 14 de junio de 2010 – Vida cotidiana: el Trastevere - Aprovechando que hoy lunes no hay museos ni ruinas abiertas, (uno se merece un descanso) decidimos visitar el Trastevere. Así que nos subimos, mas bien bajamos, al metro B, hasta el Circo Massimo. Caminamos hacia el Tiber. En el camino metimos la mano en la Boca de la Verdad, luego de eludir el pago de la modesta entrada. Cuando metí mi mano, dije: “Yo pagué entrada” y la boca no me la comió. Por tanto no es cierto que te coma la mano si mentís, con lo que quedamos empatados por la falta de pago. Sin mutilaciones, llegamos al Trastevere. Que recorrimos infatigables, de acá para allá. A la entrada me encontré con la estatua de un viejo conocido, el poeta Belli. Digo viejo conocido porque hace muchos años leí la novela Llueve en Roma, de Anthony Burgess. Y Belli juega un papel importante allí. Nunca he leido a Belli. Muy agradable el barrio, aunque los comercios para turistas lo hayan invadido. Tomé muchas fotos. Ya que no estábamos tan lejos, nuestras fatigadas piernas nos llevaron hasta Piazza Navona, con sus tres fuentes, otro lugar que se debe visitar. Entre la plaza y un bar cercano, se nos fue la tarde. Volvimos en el metro al hotel y por último, pero no menos importante, comimos en El Tavolinetto.

Roma, martes 15 de junio de 2010 – Se acaba - Y sí, mañana se acaba la joda. Ya hemos organizado un poco las valijas. Hoy el paseo consistió en la visita al Museo Romano. Excelente museo, nos llevó buen rato recorrerlo. Esculturas, mosaicos, constituyen lo más importante de la colección. En el subsuelo encontramos una muy buena exhibición de numismática. Y una no menos impresionante momia de una niña, la única momia romana. En el camino, olvidé escribirlo antes, sufrimos un intento de cuento del tío. Bien argumentado, para recibir dos camperas Armani, había que colaborar con unos pocos euros para el diesel del auto de nuestro estafador. Huimos despavoridos. La huida nos impidió saber de qué manera nos iba a despojar de nuestro dinero. Otra novedad: como el museo queda a muy pocas cuadras del hotel, no fuimos ni volvimos en metro. Por la tarde, visitamos por segunda vez la Fontana de Trevi. Nos bajamos del metro en Barberini, saludamos al Tritón de la fuente del Tritón, y nos sentamos larguísimo rato a contemplar la maravillosa fuente, y a los turistas. Volvimos a Barberini, con intención de caminar la elegante (dicen) Via Veneto, pero desistimos rapidamente a causa de una llovizna escasa y un cansancio abundante. Nos hemos despedido de los mozos de El Tavolinetto. Hay que dormir, mañana nos espera un día bien duro.